RESUMEN:
Descubren cómo y de qué se alimentaban los animales más antiguos conocidos, de hace mas de 550 millones de años
Hace más de 550 millones de años, justo antes de la llamada explosión del Cámbrico, el momento de la historia de la Tierra en el que la vida se diversificó de forma extraordinaria, aparecieron los primeros animales grandes. Esos organismos del período Ediacárico eran tan diferentes a los que hoy conocemos que durante mucho tiempo los paleontólogos no acertaban a distinguir cuál era su auténtica naturaleza. Uno de ellos, Dickinsonia, parecía una alfombra de baño de metro y medio de longitud abandonada en el fondo del mar. Otro, llamado Kimberella, se asemejaba a una babosa. Ambos eran extremadamente raros, pero muy distintos entre sí.
Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que mientras Kimberella tenía boca e intestino y digería los alimentos de la misma manera que lo hacen los animales modernos, Dickinsonia carecía de boca y tripas, de forma que absorbía los nutrientes con todo su cuerpo a medida que se desplazaba por el océano. La dieta de ambos, al menos su última cena, fueron bacterias y algas que procedían del fondo del océano. Los hallazgos han sido publicados en 'Current Biology'.
Utilizando técnicas avanzadas de análisis químico, los científicos pudieron extraer moléculas de fitosterol, productos químicos naturales que se encuentran en las plantas, contenidas en el tejido de los fósiles. Las moléculas contenían firmas reveladoras que ayudaron a los investigadores a descifrar lo que comieron los animales antes de su muerte. La parte más difícil fue diferenciar entre las firmas de las moléculas de grasa de las propias criaturas, los restos de algas y bacterias en sus entrañas y las moléculas de algas en descomposición del fondo del océano que fueron sepultadas juntos en los fósiles.
Algas ricas en energía
Según explica Jochen Brocks, de la Universidad Nacional de Australia (ANU) y coautor del estudio, las algas son ricas en energía y nutrientes y pudieron haber sido fundamentales para el crecimiento de Kimberella. «La comida rica en energía puede explicar por qué los organismos de la biota de Ediacara eran tan grandes. Casi todos los fósiles que llegaron antes eran unicelulares y de tamaño microscópico», subraya.
«Los científicos ya sabían que Kimberella dejaba marcas de alimentación al raspar las algas que cubrían el fondo del mar, lo que sugería que el animal tenía intestino. Pero fue solo después de analizar las moléculas del intestino de Kimberella que pudimos determinar qué estaba comiendo exactamente y cómo digería los alimentos», dice Brocks.
Kimberella sabía «exactamente» qué esteroles eran buenos y tenía un intestino avanzado y afinado para filtrar el resto. «Este fue un momento 'eureka' para nosotros; mediante el uso de sustancias químicas conservadas en los fósiles, ahora podemos hacer visibles los contenidos intestinales de los animales, incluso si el intestino se ha deteriorado desde hace mucho tiempo. Luego usamos esta misma técnica en fósiles más extraños como Dickinsonia para descubrir cómo se alimentaba y descubrimos que no tenía tripa», explica.
Los fósiles de Kimberella y Dickinsonia fueron recuperados en 2018 de los acantilados cerca del Mar Blanco en Rusia, una parte remota del mundo hogar de osos y mosquitos. «Nuestros hallazgos sugieren que los animales de la biota de Ediacara eran una mezcla de bichos raros, como Dickinsonia, y animales más avanzados como Kimberella que ya tenían algunos propiedades fisiológicas similares a las de los humanos y otros animales actuales», señala Ilya Bobrovskiy, del Centro Alemán de Investigación de Geociencias GFZ en Alemania.
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