La nueva especie, que alcanzaba casi los 4 metros de longitud, se sumergía en lo que hace 83 millones de años era un mar tropical
En julio de 2016, un excursionista alemán que paseaba por las cercanías de la localidad de Coll de Nargó, en los Pirineos de Lérida, encontró unos pequeños fragmentos de caparazón de tortuga en el terreno. Notificó el hallazgo y las piezas fueron depositadas en el cercano Museo de la Conca Dellà. Allí permanecieron sin más novedad hasta que el pasado año Óscar Castillo, un estudiante de paleontología, se fijó en ellas. Para completar su estudio acudió al yacimiento y descubrió algo que nunca habría esperado. Aún quedaban fósiles por recuperar, entre ellos la parte posterior del caparazón y una pelvis, ambos con un tamaño sorprendentemente colosal. Había dado con un gigante.
Los restos, descritos este jueves en 'Scientific Reports', pertenecen a una especie de tortuga marina de 83 millones de años de antigüedad desconocida para la ciencia. Medía 3,7 metros de longitud, casi tanto como un monovolumen, lo que la convierte en la más grande jamás encontrada en Europa y en la segunda del mundo, solo superada por el género Archelon de Norteamérica, que medía hasta cuatro metros y medio de largo.
La nueva especie ha sido bautizada como Leviathanochelys aenigmatica (la tortuga leviatán enigmática) en referencia al Leviatán -la bestia bíblica marina de enormes dimensiones- debido a las peculiares características esqueléticas que han dejado perplejos a los paleontólogos.
«Una sorpresa»
«Fue una sorpresa. En ningún momento esperábamos encontrar un animal de estas dimensiones en los Pirineos. En Europa, la tortuga más grande conocida mide 2 metros. 'Leviatán' duplica el récord», admite Albert Sellés, investigador del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont y coautor del estudio.
El registro fósil de los Pirineos es conocido mundialmente por los numerosos restos de dinosaurios que se han excavado y que han permitido describir nuevas especies para la ciencia, como son el gigantesco Abditosaurus, un titanosaurio de más de 15 metros de largo, el diminuto y escurridizo carnívoro Tamarro y el hadrosaurio primitivo Fylax. Estas especies habitaban una zona pantanosa hace unos 70 millones de años, poco antes de que los dinosaurios se extinguieran por todo el mundo.
Sin embargo, es más difícil encontrar allí animales marinos. Durante el Mesozoico, el Pirineo todavía no se habían levantado y el mar bañaba las llanuras costeras. 'Leviatán' se sumergía en un mar tropical de unos 30 metros de profundidad, rico en peces, cocodrilos y reptiles marinos como los espectaculares mosasaurios que aparecen en la película 'Jurasic World'.
Inmersiones profundas
«De su estilo de vida tenemos muy poca información, pero por unas protuberancias en su pelvis -nunca vistas en ninguna otra tortuga, ni marina ni terrestre- deducimos que controlaba la contracción del vientre, lo que le habría permitido realizar inmersiones profundas, probablemente para alimentarse», dice Sellés.
Tampoco está muy claro por qué la tortuga tenía ese gran tamaño. Solo la pelvis medía 90 centímetros. Según el investigador, «quizás evolucionó para sacar el máximo partido a los recursos que había o para evitar el ataque de algún gran depredador». Cerca de los restos de la tortuga se ha encontrado el diente de un tiburón.
El hallazgo también parece indicar que el gigantismo en las tortugas marinas se desarrolló de forma independiente en diferentes linajes tanto en América del Norte como en Europa. Alguna ventaja encontraban en su gran tamaño.
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